Ella ...
Lo más sorprendente de aquel hermoso y tétrico lugar, ere el cuadro de la bella joven, justo en el centro de la habitación. Era tan extraño que el cuadro aun se conservara bien después de tantos años, tal vez la chica en el era la que se conservaba así, ella era una invasora de rara belleza dentro de lo horrible que podía llegar a verse aquel lugar.
Ella, era simplemente ella… solamente estaba hay, sentada sobre uno de los brazos del sofá, con las piernas largas y estilizadas envueltas en una piel tan blanca como la preciosa niña que me visita por las noches y que muchos llaman luna; eso no era lo único interesante en la chica del cuadro, su complexión en sí, me incitaba a querer protegerla por el resto de mi vida, ella se veía tan frágil, pero a la vez tan ruda, un contraste tan cruel para ella. Supuse que por eso paso tanto tiempo sola, esa mirada llena de tristeza, dolor y agonía, enmarcada con unos hermosos ojos, grandes, avellanados, matizando a la perfección el hermoso color violeta que estos tenían, sus pestañas eran largas y lindas, parecían mariposas jugando con una flor.
Sus labios, finos y carnosos bañados en el carmín de su labial, su nariz pequeña y fina, su cara me recordaba a la de una pequeña niña, lo único que la hacia diferente era ese semblante de tristeza que pareció acompañarla toda su vida....
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